por Darla Noble
El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas.
Jesús se llama a sí mismo el Buen Pastor, algo que algunas personas ven con negatividad, porque si Jesús es el pastor, eso nos convierte en ovejas. ¿Y quién quiere ser una oveja?
¡Yo quiero!
Yo fui pastor. Durante veinte años cuidé del rebaño familiar con 400 ovejas, las cuidé, velé por los corderos y de todo lo relacionado con el trabajo. Entonces, cuando alguien se ofende por ser llamado una oveja de Dios porque piensa que las ovejas son tontas, estoy más que feliz de corregir su errónea impresión.
Las ovejas no son tontas. Son criaturas de hábitos, dóciles y confiadas, dependientes de un liderazgo sólido. Ellas confían en su pastor y huyen de cualquier persona que no conocen.
A las ovejas les gusta la constancia y la rutina. Saben que el pastor es fiel a su palabra: no les dirá que es hora de comer, pero no las alimenta; ni las lleva en una dirección, para después cambiar de parecer obligando al rebaño a ir en otra dirección.
Mmm….
Confiada, obediente, una criatura de hábitos y comprometida con un líder digno. ¿No es eso lo que Jesús espera de nosotros cuando lo aceptamos como Salvador?
Digno de confianza, responsable, asequible y fiel a su palabra. ¿No es eso exactamente lo que es Jesús?
No sé tú, pero yo: ¡quiero ser una oveja!
¿Con qué aspecto del carácter de una oveja me identifico más? ¿Con qué “cosas de una ovejas” estoy luchando?
Querido Señor, por favor ayúdame a ser más como una oveja. Quiero seguirte con total confianza y obediencia cada día de mi vida. En el nombre de Jesús oro, Amén.