El estrés, es una rata en nuestra rutina, por así decirlo.

De todos los problemas que pueden afectar a nuestro cuerpo, son los síntomas del estrés constante los que provocan enfermedades, trastornos mentales, arrugas y canas. ¡El estrés altera el funcionamiento de casi todos los órganos del cuerpo causando dolores de cabeza, de estómago, musculares, depresión, acidez estomacal, presión arterial alta, niveles altos de azúcar en la sangre, insomnio y problemas de fertilidad!

El estrés arruina nuestra capacidad de funcionar de la forma que Dios planeó.

“¡Paz!” declara Jesús, como una mano firme sobre nuestro hombro, como un ungüento en nuestro agobiado corazón. Él sabe cómo corremos y nos preocupamos. Y está consciente de cómo nos apremian las fechas límite, las voces demandantes y las cosas rotas.

Él lo sabe.

Él ya recorrió este camino anteriormente. Incluso ahora lo recorre junto a ti. “Mira hacia mi”, advierte. “Habla conmigo. Considera mi perspectiva. Toma mis prioridades”.

Tu cuerpo y tu mente necesitan paz. Respira hondo y deja que Jesús se deshaga de la rata de tu rutina.

Cualesquiera que sean tus circunstancias, si tienes a Jesús en tu corazón, puedes ser una persona de paz.