El Espíritu De Temor

por Margaret Michel

2 Timoteo 1:7

Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza.

El miedo puede ser incapacitante.

Cuando era niña, mientras caminaba a la escuela, a menudo me encontraba con jaurias de perros merodeando por las calles de mi ciudad. Saltaba entre los autos estacionados para escapar de ellos y me quedaba allí, estancada, hasta que algún automovilista que pasaba y fuera testigo de mi difícil situación, venía al rescate.

Me tomó tiempo aceptar la insistencia del dueño de algún perro de que éste en particular no mordía.

El temor definitivamente me incapacitó por años para disfrutar de la leal compañía que un perro pudo haber traído a mi infancia. ¡Cuánto más lo hace el desafortunado “espíritu de temor” que envuelve nuestras decisiones, experiencias y eventos!

Mientras estaba en la universidad, tuve la oportunidad de salir con alguien que ahora se ha convertido en la envidia del mundo del espectáculo, no solo por su talento como actor, sino también por su prolongada relación matrimonial. El miedo, disfrazado de timidez, me impidió convertir la “oportunidad de haber salido” con este galante caballero en la “experiencia de haber salido” con él, a pesar de su alegre, amistoso pero persistente interés.

El temor no procede de Dios. El testimonio que se encuentra en el versículo de hoy exonera a Dios de encadenar al temor nuestras esperanzas, sueños y aspiraciones. Ahora elijo creerle y caminar en fe; ya no camino con temor.


Reflexión

¿En qué áreas de mi vida detecto temor disfrazado de timidez? ¿De qué forma el temor me ha robado? Hoy entregaré mi temor a Dios, cambiándolo por su Espíritu.


Plegaria

Querido Señor, por favor elimina mi temor. No permitas que el miedo, incluso cuando esté disfrazado de timidez, me separe de los deliciosos placeres de la vida o paralice mi servicio dedicado a ti. En el precioso nombre de Jesús oro, Amén.