Esa Boca Sucia

por Heather Tietz

Proverbios 21:23

El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.

¡Hay más bacterias en la boca de una persona que personas en el mundo!

Las bocas son lugares sucios. Además de estar llenas de bacterias, son capaces de destruir la vida con calumnias, insultos y mentiras. Y, sin embargo, es la manera en que expresamos amor, afecto, adoración y aliento. Ellas sonrien; se fruncen, halagan y maldicen. Son quizás tanto las peores como las mejores amigas.

Algunos de los mejores consejos que la Biblia tiene para ofrecer se encuentran en el versículo de hoy. Quizás por eso Dios nos dio dos oídos y una boca. Deberíamos tener el doble de probabilidades de escuchar que de discutir, sermonear o dar nuestras opiniones.

¿Qué pasaría si pusiéramos esto en práctica, si escucháramos más activamente a nuestros hijos, a nuestros cónyuges, a nuestros amigos? ¿Qué pasaría si la próxima vez que ocurriera una explosión verbal, cerráramos nuestros labios y esperáramos, esperáramos a otros, esperáramos la voz de Dios?

Afortunadamente, la lengua no tiene mente propia. Está sujeta a nuestro control. Se puede domesticar.

Quizás si pudiéramos disciplinarla para que se quede quieta por un tiempo, pudiera haber menos suciedad que limpiar después.


Reflexión

¿Quién me invita a ensuciarme con mis palabras? ¿Cómo me prepararé con anticipación, deliberadamente planeando cómo escuchar mejor?


Plegaria

Querido Dios, por favor perdóname por las veces que me he involucrado en chismes y asesinatos de carácteres. En las palabras del salmista: “Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti” (Salmo 19:14). Te amo, Amén.