Antes de que una lámpara pueda alumbrar, debe estar conectada a una fuente de energía y debe estar encendido el interruptor que permite que la energía fluya a través de la lámpara.

Jesús mismo dijo que Él es la “Luz del mundo”. Sin embargo, muchas personas en nuestro mundo permanecen en la oscuridad.

El Señor preparó todo para nosotros con la intención de que nuestras experiencias de vida fueran ricas, abundantes y gozosas. Juan nos dice repetidamente que Jesús es la luz de la vida y que sin la luz del mundo, que es Jesús, no tenemos esperanza.

En otras palabras, sin su luz, estamos perdidos en las tinieblas del pecado y eternamente expulsados de la presencia de Dios.

Por nuestra cuenta no podemos producir esta luz. Sólo el Hijo, que es justo y santo, puede producir en nosotros esta luz de esperanza. Nuestro papel en el proceso es conectarnos con Él, cambiar el enfoque de centrarnos en nosotros mismos a centrarnos en Jesús. Sólo entonces su luz brillará a través de nosotros, proyectando su resplandor sobre todos los que nos rodean.

Hoy, permite que Jesús te ilumine con la esperanza que ofrece. Luego deja que su luz de vida brille a través de ti e ilumine tu mundo.