Me la pasé genial en mi pequeño internado cristiano cuando tenía diecisiete años. Tenía muchos amigos, estaba en excelente forma física y sabía exactamente lo que quería hacer en la vida.

Acelerando la historia. Hoy tengo un reducido grupo de amigos, barriga de tamaño correspondiente a la mediana edad y estoy de regreso en la escuela por tercera vez haciendo un cambio drástico de carrera. A veces siento que desperdicié muchos años y desearía poder recuperarlos.

Es fácil sentirse así en el camino cristiano.

Comenzamos con gran fervor por Dios, teniendo devocionales profundos, yendo a vigilias y a grupos pequeños, participando en la adoración y viviendo la vida con Dios. Pero luego tropezamos y caemos, pecamos y cometemos errores. Algunos de nuestros viejos hábitos regresan a nuestra vida. Antiguos amigos regresan y actuamos como ellos para mantener la amistad. O simplemente perdemos el interés en el estudio de la Biblia, la oración y la meditación en la Palabra de Dios. ¡Oh, si volviésemos a ser fervorosos!

Dios pacientemente nos ayuda a volver, sabiendo que no podemos cambiar por nosotros mismos. Él sabe que sin su poder y fortaleza no podemos hacer nada. Dios quiere venir a morar en nosotros. Él quiere darnos cuerpos nuevos que no anhelen cosas insanas, mentes nuevas que no insistan en pecar y un Espíritu fuerte que obtenga fuerza de Él.