por Heather Tietz
Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.
Antes de la década de 1950, la forma y el sexo de los bebés antes de nacer eran un misterio para los humanos.
Luego, en 1957, el doctor Ian Donald se dio cuenta de que las ondas sonoras que se usaban en los astilleros podían usarse en los consultorios médicos para crear la imagen de un feto. Ahora la gente podía tener una visión tenue de ese lugar secreto del que solo Dios tenía conocimiento.
Los ultrasonidos son asombrosos, pero aún dejan un misterio. Incluso hoy en día, aproximadamente el cinco por ciento de los padres se sorprenden al descubrir que el sexo de su bebé no es el que parecía ser en el ultrasonido. Además, los talentos e intereses de un bebé, esas materias que les costará aprender, su temperamento, aún nos son desconocidos hasta que nacen.
Cuando la vida nos sorprende, ya sea por el nacimiento de un hijo, un problema de salud imprevisto, un accidente, un triunfo absoluto, o lo que parece ser una muerte prematura, nada de eso toma a Dios por sorpresa.
Cuando la vida nos sorprende, podemos recostarnos en los brazos de Dios y confiar en que Él tiene un plan para nosotros. El ultrasonido de Dios atraviesa la oscuridad del pecado y ve un futuro brillante para cada uno de nosotros, si solamente creemos.
¿Qué evento significativo en la vida ha sido un impacto para mí? ¿He dejado que Dios me ayude a superarlo?
Querido Señor, gracias por verme como realmente soy, con defectos y todo. Nada de lo que hago puede sorprenderte. Gracias por llamarme tu hijo. Oro en el nombre de Jesús, Amén.