por Darla Noble
Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene al vida: el que no tiene la Hijo de Dios, no tiene la vida. Estas cosas he escrito á vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.
Jesús promete la vida eterna en el cielo si cumplimos la promesa que le hacemos cuando lo aceptamos como nuestro Salvador.
¿Cuál es la promesa que hacemos? Entregarnos completamente a él en la fe y la obediencia.
Los versículos de hoy hablan de creer en el nombre del Hijo de Dios, pero no basta con reconocer la realidad de Jesús y nada más. Creer en el nombre de Jesús significa aceptar plenamente la verdad de sus palabras. Ese tipo de creencia es una convicción activa que cambia la vida y que permite a los seguidores de Cristo vivir de acuerdo con sus instrucciones y expectativas. Creer es ser.
Piénsalo de esta manera: cuando te contratan para hacer un trabajo, te contratan con la esperanza de que seguirás las pautas y expectativas de tu empleador y cumplirás con tus deberes como prometiste que harías cuando te contrataron.
Dar tu vida a Cristo significa convertirte en siervo de los demás como embajador del reino de los cielos (2 Corintios 5:20). Es el “trabajo” más importante que jamás tendrás. Hazlo lo mejor que puedas y de tal manera que un día escuches las palabras: “Bien, mi buen y fiel servidor” (Mateo 25:21).
¿Hay alguna parte de mi vida que estoy reteniendo de Jesús? ¿Hay algo en mi vida que me impide ser un verdadero creyente?
Precioso Señor, por favor dame un corazón que anhele ser completamente fiel y obediente. Gracias por el regalo de tu gracia. En el nombre de Jesús oro y creo, Amén.