Estaba convencida de que mis padres eran lectores de mentes. Parecían conocer mis necesidades infantiles antes de que yo les dijera.

Cada año escolar, me resistía a decirles que necesitaba zapatos nuevos. Sabía que trabajaban duro. Sabía que tenían muchas responsabilidades. “¿Por qué molestarlos con uno más?” razoné. Entonces, durante el verano, traté de ignorar que los dedos de mis pies habían comenzado a presionar contra el frente de mis sandalias. Finalmente, cuando ya no podía soportar imaginarme día tras día de un año escolar caminando con los dedos de los pies acalambrados, les dije de mi necesidad.

Con calma, sacaron una caja de zapatos de su armario. ¿Y en el interior? Un par de mocasines marrones de cuero, nuevos y brillantes, de mi talla. ¡Antes de compartirles mi necesidad, ya la tenían almacenada!

¿Cómo lo supieron?

Por un lado, tenían el conocimiento para predecir que un niño pequeño no podría usar los mismos zapatos para siempre. En segundo lugar, me estaban observando y vieron mi crecimiento constante durante el verano.

¿Qué ansiedad te acosa? Llévaselo a tu Padre celestial. Su conocimiento lo supera todo. Él vela por ti, prestando atención a los detalles más minuciosos. Él tiene exactamente lo que necesitas esperándote en Sus almacenes. Será el complemento perfecto para ti.

Todo lo que necesitas hacer es preguntar.