por Ami Hendrickson
Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; mas la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
El apóstol Pablo, quien escribió la carta que originalmente contenía el versículo de hoy, a menudo habla sobre la conexión que tiene el ejercicio con la salud, tanto física como espiritual.
El cuerpo es el templo de Dios, dice en 1 Corintios 3:16. Más adelante, en el mismo libro, dice que el cuerpo es templo del Espíritu Santo. “Fuisteis comprados por precio”, les recuerda a sus lectores. “Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:19-20).
Pablo no solo aconseja mantener puro el cuerpo porque pertenece a Dios, sino que también usa términos atléticos cuando habla de su propia fe, explicando los factores clave para correr una carrera espiritual exitosa.
Primero, debemos deshacernos de las cosas que nos agobian (Hebreos 12:1). Necesitamos dejar de lado nuestras dudas, miedos y los pecados que amenazan con hacernos tropezar.
En el mismo verso, nos recuerda que debemos ser pacientes: uno no se prepara para la carrera de la noche a la mañana.
Entonces, necesitamos un compañero de entrenamiento. No cualquiera lo hará; Jesús es siempre nuestro ejemplo (Hebreos 12:2).
Finalmente, debemos correr la carrera y, lo que es más importante, correr para ganar (1 Corintios 9:24). Porque aunque el ejercicio físico puede ayudarnos a prolongar nuestras vidas aquí en la Tierra, ¡el ejercicio espiritual puede ayudarnos a vivir para siempre!
¿Qué ejercicios espirituales mantienen sana mi fe?
Querido Dios, Gracias por mi salud física y espiritual. Ayúdame a nunca huir de Ti. Que siempre esté dispuesto y listo para correr las carreras que Tú quieres que corra. En el nombre de Jesús oro, Amén.