por Katelyn Molloy
Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso; Y viniendo á casa, junta á los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido.
A veces es fácil pensar que a Dios no le importa.
Después de todo, este mundo es terrible y las cosas parecen empeorar.
Pero la Biblia cuenta una historia diferente. Habla de un Dios que nos ama tanto que nos perseguiría hasta el infierno para salvarnos. De un Dios dispuesto a morir por nosotros para que podamos estar con Él.
Este versículo ejemplifica eso. Es el final feliz de una parábola sobre una oveja perdida.
¿No somos todos un poco como esa oveja a veces? Indefenso, en la oscuridad, sin ninguna idea de a dónde ir, a dónde acudir?
Cuando el pastor ve que le falta la oveja, sale a buscarla. Jesús es como ese Pastor. Cuando ve que uno de sus hijos se ha ido, no piensa: “es culpa de ellos por irse”. En cambio, se precipita en la noche para encontrarnos.
Cuando nos encuentra, no nos castiga por irnos. Él nos levanta y nos coloca suavemente sobre sus fuertes hombros. Él promete llevarnos a casa con Él y organizar una celebración para nosotros. ¡Porque está tan feliz porque le permitimos rescatarnos!
Si tú o alguien que conoces es como una oveja perdida, debes saber que Jesús te está buscando. Deja que Él te encuentre hoy.
¿Me ha encontrado Jesús? ¿Qué tipo de celebración me imagino que Él organizó en el cielo por mí cuando me volví hacia Él? ¿Cómo celebro a otros que se vuelven a Jesús?
Gentil Pastor, gracias por celebrar a todos los que recurren a ti. Por favor, ayúdame a recordar que Tú eres Dios y que tienes el control. En el nombre de Jesús oro, Amén.