El discípulo Juan nos dice que no hay suficiente espacio en el mundo para guardar los libros que podrían haberse escrito describiendo todos los milagros que Jesús hizo en la tierra (Juan 21:24-25).

Lo mismo ocurre cuando se trata de registrar todas las bendiciones que Dios nos ha dado.

Si tuviera que enumerar todas las bendiciones que Dios me ha dado… bueno, no podría. Simplemente hay demasiadas para contarlas. Y, sinceramente, estoy segura que me he olvidado de muchas de ellas.

Pero no porque nunca pude recordarlas todas no significa que no pueda ni deba dedicar tiempo cada día a contar mis bendiciones y agradecer a Dios por cada una de ellas.

¡Contar las bendiciones de cada día con un corazón agradecido es un grato desafío! ¿Qué sentidos tienes que extrañarías si estuvieran ausentes? ¿Qué personas, lugares y cosas bendicen tu vida? ¿Qué ideas y emociones dadas por Dios iluminan tu actitud?

Hoy y todos los días, tómate un tiempo para hacerle saber a Dios lo agradecido que estás por sus muchos dones. Luego, comparte tu alegría con los demás, para que ellos también puedan disfrutar de las bendiciones que Dios tiene para ellos.