por Pastor Ken
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, á la cual asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.
Los discípulos de Jesús enfrentaron una tormenta fuera de control en el Mar de Galilea.
Pedro, el experto pescador, hizo todo lo posible por llevar la embarcación de forma segura, pero esta casi naufragó.
Cuando relampagueó, los discípulos vieron a Jesús durmiendo. Lo despertaron y le pidieron que los salvara.
Jesús calmó la tormenta. Ellos encontraron la paz que Jesús provee y se encontraron llenos de tranquilidad y júbilo (Marcos 4:37-41).
¿A veces sientes que tu vida es casi como la embarcación de los discípulos a punto de hundirse?
Recuerda: Jesús está contigo.
Pídele que te salve. Luego su paz será una fuerza activa en tu vida. En lugar de lidiar solo con todas las situaciones difíciles de la vida, deja que Jesús las atienda.
Jesús te susurra: “Aquí estoy. Sé que tienes confusión, incertidumbre e incapacidad para manejar tu vida. Dame tus cargas. Toma la paz que te doy ahora.”
La paz de Jesús es tangible. Él sana cualquier enfermedad, abre los ojos de los ciegos, da vida eterna, lucha por ti, calma las tormentas de la vida, te permite hacer todo para su gloria y todo lo hace bueno.
¡Levántate! Manten en alto tu fe en él. Nunca te fallará. Continuamente te dará paz.
¿Qué cambios necesito hacer para volverme más dependiente del poder de Dios en lugar del mío?
Querido Jesús, te amo. Me aferro a ti, manteniéndome cerca de ti porque tú me das fuerza. Eres mi héroe. Anhelo tu paz. En tu nombre oro, Amén.