En unas vacaciones de Acción de Gracias, nuestro hijo nos llevó a una tienda lujosa.

Mi mujer preguntó: “¿A cuánto asciende hoy el descuento de Acción de Gracias?”.

Mi hijo respondió: “¡Cien por ciento!”.

Quiso decir que él invitaba, pagando todo, así que cualquier cosa que su madre comprara, sería un regalo gratis.

Jesucristo también nos dio un valioso regalo gratuito: la vida eterna. No la merezco. Soy un pecador. El precio de mi pecado es la muerte.

Sin embargo, Jesús murió en la cruz por mi pecado.

Creo en él. Él me da la vida aquí en la tierra, así como la vida eterna. Es maravilloso y precioso saber que cuando un día muera, ese no será el final.

Nuestro destino y herencia no son la muerte. ¡Son vida eterna en Cristo! No fuimos creados para simplemente existir, para sobrevivir a duras penas. ¡Fuimos creados para pasar la eternidad como seres renovados, jóvenes y vibrantes!

¡Sí! Llenos de energía, sin ninguna limitación, viviremos para siempre en perfecta paz y armonía con Jesús y sus fieles seguidores. Con nuestros amigos y seres queridos redimidos, nos uniremos al coro angelical para cantar “Hosanna en las alturas”.

¡Únete a estos santos jubilosos para recibir tu regalo hoy mismo!