por Beatrice Jean-Baptiste
De esta manera hizo Ezechîas en todo Judá: y ejecutó lo bueno, recto, y verdadero, delante de Jehová su Dios.
Todo el mundo es un líder en cierto modo, ya sea que esté al frente de una familia, una empresa o una iglesia.
De hecho, no es necesario el puesto formal de líder para serlo; cada uno tiene su esfera de influencia en este mundo y puede tener un impacto para el reino de Dios. Los líderes vienen en todas las formas y tamaños. Cada líder tiene su propia caja de herramientas de cualidades que impactan a las personas con las que interactúa.
La Biblia está plagada de historias de buenos y malos líderes.
El rey Ezequías es un brillante ejemplo del líder piadoso. Cuando Ezequías llegó a ser rey, el pueblo de Judá estaba al borde del exilio. Se había apartado de Dios para caer en la idolatría.
Dios eligió a Ezequías para que el corazón del pueblo volviera a Él. Para lograrlo, Ezequías tuvo que destruir los distintos símbolos de culto pagano en todo el país. Esta no fue una tarea fácil. Me imagino que esto causó revuelo y causó que muchos se resintieran con él. Sin embargo, permaneció fiel a Dios.
Como líderes, nuestra fidelidad a Dios tal vez no nos haga ganar concursos de popularidad, pero desarrollará nuestro carácter y nos acercará al propósito divino para nuestras vidas. Como Ezequías, los líderes que están dispuestos a ser guiados por Dios dejan un legado de fidelidad.
¿Cómo puedo crecer en mi fidelidad hacia Dios y en la tarea que Él me ha encomendado?
Querido Dios, por favor ayúdame a convertirme en el líder que tú me has diseñado a ser. Capacítame para liderar con amor, integridad y fidelidad. En el nombre de Jesús oro, Amén.