por Heather Tietz y Joyverse
Mejor es oir la reprensión del sabio, que la canción de los necios.
Se cuenta la parábola de un hombre que construyó su casa al pie de una presa en un lugar encantador donde estaba cerca de la pesca, la navegación y la naturaleza.
Un fin de semana, se formó un huracán a varios kilómetros de su casa. Un periodista advirtió a los que vivían en la ciudad: “¡Empaquen! ¡Diríjanse hacia un lugar seguro!
Furioso, el hombre recogió su bote y guardó su equipo de pesca. Balbuceó a su esposa: “El periodista dice que se acerca un huracán y tenemos que irnos”.
La esposa suspiró. “Ve a pescar otro pez”, dijo. “Dejemos que el meteorólogo se guarde para sí sus ideas molestas”.
El hombre eligió escuchar el consejo que quería escuchar en lugar del consejo que necesitaba escuchar. Cuando la represa falló, pagó con su vida el precio de su necedad.
Los buenos consejos no siempre son música para nuestros oídos.
A veces debemos humillarnos para considerar lo que se nos dice. Las advertencias del médico, el consejo del maestro, las recomendación del consejero, las palabras del pastor… inclusive los comentarios de los niños pueden incomodarnos. Pero hay ocasiones en las que necesitamos una conversación severa. A veces las palabras duras son las más amorosas para ofrecer.
¡Y escuchar cuando los sabios nos reprenden puede ser la forma más fácil de seguir con vida!
Si yo tuviera que darme un consejo muy esencial, ¿cuál sería?
Amado Señor que estás en el cielo, por favor rodéame de personas que estén inmersas en tu sabiduría. Que siempre esté dispuesto a escuchar lo que tienes que decir, sin importar a quién elijas para entregar el mensaje. En el nombre de Jesús oro, Amén.