por Heather Tietz
Mas nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; El cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar á sí todas las cosas.
Dios diseñó algunas de Sus criaturas colocando un reloj interno para activar la metamorfosis. La apariencia, intereses y habilidades cambian en su totalidad.
La humilde oruga comienza su vida arrastrándose por el suelo y masticando las plantas. Luego, milagrosamente, entre catorce y treinta días después de iniciada su vida, forma tejiendo con un hilo, una cámara o vestidor en donde se transforma.
Casi todas las células que formaron sus partes se desmantelan y crecen células nuevas. Emerge no solo con alas y ojos compuestos para ofrecerle una nueva perspectiva del mundo, sino que también desaparece su ansia de hojas. Tiene un nuevo apetito por el néctar y una nueva lengua para comerlo.
Nosotros tenemos también la esperanza de la metamorfosis, la esperanza de un cambio completo de nuestra perspectiva, nuestros deseos y nuestra apariencia.
¡Imagínese un lugar sin espinas, sin descomposición, sin insectos que pican o animales feroces! No habrá necesidad de medicinas, curitas, hospitales o policía. No habrá enfermedad, ni tristeza, ni discapacidad, ni miedo.
Como hijo de Dios, llegará un día en que todas las frustraciones que experimentas contigo mismo y con el mundo serán solo recuerdos que se desvanecen. Jesús nos hará perfectos, perfectamente aptos para Su lugar perfecto.
¿Cuáles son algunos pecados con los que lucho y que deseo ver que Dios transforme? Le pediré que me ayude a conquistarlos hoy.
Querido Jesús, solo Tú puedes convertirme en un ser hermoso y perfecto. Gracias por amarme incluso cuando estaba sumido en el pecado. Espero la eternidad contigo. Gracias por los cambios que ya estás haciendo en mí. En tu nombre oro, Amén.