Jessica, una esposa amorosa, madre de dos adolescentes, preciosa hija, hermana y amiga, murió repentinamente un día después del Día de las Madres de 2018.

El viernes anterior, ella estaba activa y llena de vida, pasando la mayor parte del día preparando el banquete de madre e hija que se llevaría a cabo más tarde esa noche.

Pero a la mitad de la comida, comenzó a sentirse “extraña”. No podía pensar con claridad. Estaba teniendo problemas para que sus palabras salieran bien.

Una hora más tarde, el helicóptero de evacuación médica aterrizó en la carretera por la que viajaba su cuñada tratando de llevar a Jess al hospital. Ella estaba inconsciente en ese momento y ya nunca más abrió los ojos.

Ante el fallecimiento de Jess, un gran número de familiares y amigos, se encontraban tristes con profunda consteranción. Pero, su fe, como la de ella, sigue siendo fuerte.

No sabemos por qué la vida de Jess fue interrumpida, pero estamos seguros de que nos volveremos a encontrar en el cielo. Mientras tanto, confiamos en Dios y ponemos nuestra esperanza en Él, orando para recibir la fuerza, el valor y la sabiduría que necesitamos para superar cualquier cosa hasta que veamos a Jesús.