por Darla Noble
Luego la fe es por el oir; y el oir por la palabra de Dios.
Elizabeth le rogó a su papá que le quitara las ruedas de apoyo para poder andar en bicicleta como su hermano, pero como no pudo hacerlo bien en el instante, se rindió.
Entonces, un día, decidió darle otra oportunidad a la bicicleta.
Sólo avanzó unos pocos metros antes de caerse, así que cogió la bicicleta y empezó a guardarla.
En ese momento decidí que Elizabeth necesitaba una pequeña dosis de fe. Después de recordarle la mecánica para mantener el equilibrio, le dije: “Creo que puedes hacer esto. Ahora TÚ tienes que creer que puedes. No pienses en caer. Piensa en montar”.
Respirando profundamente, se fue mientras yo gritaba: “¡Puedes hacerlo! Tú puedes hacerlo”, mientras oraba para que Dios la mantuviera erguida.
¡Y Él lo hizo! Después de ese día Elizabeth ya no necesitaba que le dijera que podía hacerlo. Tenía fe en su capacidad para montar, ¡y lo hizo!
La fe en Dios se parece mucho al paseo en bicicleta de Isabel. La primera vez que damos un paso de fe es porque alguien en quien confiamos nos convence de que es lo correcto. Pero después de que experimentamos la fe por primera vez, nuestra fe se mueve hacia Dios, quien es el autor de la fe.
¿En qué áreas de mi vida necesito tener más fe? Según el versículo de hoy, ¿cómo puedo conseguirlo?
Querido Señor, por favor fortalece mi fe ahora y en el futuro. Ayúdame a ser la voz que anime a otros a crecer en su fe. En el nombre de Jesús oro, Amén.