por Ami Hendrickson
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
El 16 de abril de 1912, Harriet Quimby se convirtió en la primera mujer en volar a través del Canal de la Mancha.
Quimby, de 36 años, una escritora consumada, se interesó en volar mientras informaba sobre una convención de aviación en 1910. Después de convencer a su editor de que pagara sus lecciones, se convirtió en la primera mujer estadounidense en obtener un Certificado como aviador del Club Aereo de América. Fue la segunda mujer en el mundo en tener una licencia de piloto.
A las 5:30 am del día 16, Quimby despegó de Dover, Inglaterra, y se dirigió a Calais en Francia. Una espesa niebla oscureció su visión, obligándola a usar su brújula para navegar. Sin embargo, el frío y el clima no desanimaron su entusiasmo por volar.
Cuando se le preguntó acerca de su logro, Quimby dijo: “Me di cuenta de inmediato de que solo tenía que subir en mi máquina, fijar mis ojos en el castillo, volar sobre él y acelerar directamente a través de la costa francesa. Parecía tan fácil que se asemejaba a un vuelo de excursión”.
La hazaña de Quimby debería haberla hecho famosa, pero se vio ensombrecida por el hundimiento del Titanic el día previo. Aún así, voló por la alegría y la emoción que le daba.
Imagina las cosas que nosotros también podemos lograr si, con la ayuda de Dios, ponemos nuestros ojos por encima de los castillos de la Tierra y dejamos que el “alto y sublime” guíe nuestro camino.
Con la ayuda de Dios, ¿qué sueño puedo lograr?
Querido Dios que estás en los cielos, aviva mi espíritu para que pueda volar contigo por la eternidad. En el bendito nombre de Jesús oro, Amén.