por Darla Noble
Por lo cual asimismo padezco esto: mas no me avergüenzo; porque yo sé á quien he creído, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
Últimamente he estado pensando mucho en la confianza.
Todo empezó cuando alguien que debería confiar en mí, que sabe que se puede confiar en mí, en realidad actuó como que no. Sus acciones derivan de su propia ansiedad y confusión. Lo entendí. Pero aún así dolió.
Al día siguiente, todavía estaba pensando en el incidente (es decir, sintiendo un poco de lástima por mí), cuando de repente la voz de Dios me susurró al oído: “Sé cómo te sientes. No se siente muy bien, ¿verdad?
¡Guau! ¡Hablando de una llamada de atención!
Aquí estaba yo, sintiéndome un poco rechazada, sólo para recordar cuántas veces le he hecho lo mismo a Dios: cuántas, cuántas veces le he “dicho” a Dios que no confío en Él aunque afirmo creer que puedo.
Fe y obediencia a Dios: es una “cuestión de confianza” con el Único que es verdaderamente digno y merecedor de nuestra confianza: Nuestro Salvador.
¿En qué aspectos tengo dificultad para confiar en Jesús? ¿Por qué? ¿Qué haré para cambiar esto?
Querido Jesús, por favor quita cada duda, cada miedo y cada momento de ansiedad que tengo. Dame un corazón, un alma y una mente llenos de tu gracia y gloria. Nunca me avergüenzo de ti; mi vergüenza viene sólo de mi debilidad. Por favor perdóname por las veces que no he confiado plenamente en ti. En tu nombre oro, Amén.