por Pastor Ken
He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.
Recientemente invitamos a 15 personas a nuestra casa.
Comimos, hablamos, reímos y disfrutamos del compañerismo y el aprecio mutuos. Sentimos nuestra copa de amor rebosar con la alegría de los lazos de familia y amistad.
Nada de esto podría haber sucedido si no hubiéramos abierto la puerta cuando tocaron, anunciando su llegada. Para que todos nosotros experimentáramos el gozo del compañerismo, tuve que abrir la puerta. Lo mismo sucede cuando se trata de nuestra relación y comunión con nuestro Señor Jesucristo.
Jesús siempre está disponible para ti. Y te invita a venir a Él tal y como estás: con tus fracasos, tus pecados, con todo. Él no te ha deja. Él espera con los brazos abiertos, anhelando derramar su amor y gracia.
Abre tu corazón e invita a Jesús a entrar para que puedas disfrutar compartiendo con Él la increíble “comida” que ha preparado para ti. Deja que el Señor llene tu vida de satisfacción pacífica, amor incondicional y gozo eterno.
Deja que el Espíritu Santo te llene de su presencia y de su paz. Sus propósitos para tu vida no se verán frustrados. Estás en la agenda correcta. Cristo está contigo siempre.
¡Qué maravilloso Salvador tenemos!
¿De qué maneras abro mi corazón completamente, invitando a Jesús a entrar y quedarse conmigo siempre?
Querido Jesús, estoy abriendo la puerta de mi corazón. Por favor, ven y cena conmigo. Lléname con tu amor eterno, tu gracia y tu gozo. En tu maravilloso nombre oro, Amén.