por Darla Noble
Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud á todo aquel que cree; al Judío primeramente y también al Griego. Porque en él la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe.
Cuando recibes un gran regalo de alguien, no dudas en expresar tu gratitud o contarle a otros sobre tu buena fortuna. ¿Por qué? Porque tu alegría y emoción se desbordan. Simplemente no puedes guardarlo.
Esa es la forma en que debemos sentirnos acerca de compartir el regalo más grande que jamás haya existido: las Buenas Nuevas de Cristo.
¡Qué maravilloso es tener vida eterna con Dios a través de la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección!
Si una persona, a través de tu testimonio, conoce y acepta a Jesús como su Salvador, las bendiciones que recibes son tan valiosas que no se pueden comparar con nada en el mundo. Esa persona te estará muy agradecida por la eternidad. Será mucho mejor que darles todo el dinero del mundo, o cualquier coche o casa de lujo.
Por esta razón, las últimas palabras de Jesús fueron para compartir el regalo más grande: * ¡Vayan a todos! Háganlos discípulos y enséñenles todo lo que les he mandado* (Mateo 28:19-20).
Por tanto, que no te avergüence ni te incomode contarle a otros acerca de Jesús. No te guardes el regalo de la salvación para ti: compártelo con todos los que conozcas.
Te invito a ser la persona más feliz del mundo al permitir que la gente conozca el mayor regalo que jamás haya existido: Jesús, el hermoso y maravilloso Salvador por el que estoy tan agradecida, ahora y por la eternidad.
¿Qué cosas me impiden compartir el evangelio? Si me avergüenzo de Jesús ahora, ¿cómo puede Él estar orgulloso de mí por la eternidad?
Querido Dios, gracias por rescatarme del pecado. Por favor, dame el valor y la sabiduría para compartir las Buenas Nuevas de Cristo con los demás. En el nombre de Jesús oro, Amén.