“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”.
Estas palabras de Jesús en su “Sermón del Monte”, como se registra en Mateo 5, nos recuerdan que Dios mismo se toma muy en serio nuestras aflicciones. Él sabe que, dado que vivimos en un mundo empapado de pecado, habrá muchas ocasiones en nuestra vida en las que necesitaremos consuelo. No solo se compromete a consolar a su pueblo (Isaías 40: 1), sino que también promete regalarnos una paz que durará por la eternidad.
El consuelo viene de Dios
Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación, El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar á los que están en cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios.
Incluso cuando sufro, encuentro consuelo en Cristo
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la consolación.
Intercambiando la paz en lugar de la ansiedad
Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús.
No tengo por qué temer cuando Dios está conmigo
No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
La Ley de Dios y la Palabra de Dios me consuelan
Sea ahora tu misericordia para consolarme, Conforme á lo que has dicho á tu siervo. Vengan á mí tus misericordias, y viva; Porque tu ley es mi deleite.
Dios no me abandonará
Y Jehová es el que va delante de ti; él será contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas, ni te intimides.
La paz de Dios es más fuerte que la miseria del mundo
Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción: mas confiad, yo he vencido al mundo.
La Palabra de Dios me anima
Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas; para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
Elijo no tener miedo
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres.
Con Dios a la cabeza, la muerte no me asusta
Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo: Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Dios me llena de esperanza y poder
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz creyendo, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.
El consuelo de Dios me bendice cuando estoy triste
Bienaventurados los que lloran: porque ellos recibirán consolación.
El Señor consuela a su pueblo
Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes: porque Jehová ha consolado su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia.